Planta divina y cura mágica. Por la psiquiatra Dra. Zorka Domic, París Francia
“Desde que se conoció la utilización de la hoja de la coca,
siempre ha producido asombro en el mundo.”
Sigmund Freud
En el año 2006 se conmemoró el 150 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud. Hace siglo y medio nacía el fundador del psicoanálisis en Freiberg, Moravia el 6 de mayo 1856. Este año el acontecimiento es celebrado desde Viena a San Petersburgo.
El siglo XX despertaba con la publicación de su obra fundamental: “DieTraumdeutum”o “La interpretación de los sueños”(1900), primer escrito freudiano, del cual, el testarudo autor afirma -modestia aparte- es el más valioso de los descubrimientos que he tenido la fortuna de realizar. Una intuición como ésta el destino puede depararla solo ‘una vez en la vida de un hombre.
Compartimos con él sobre éste punto, ya que, efectivamente, cien años después, el psicoanálisis no ha desaparecido -tantas veces se ha anunciado su entierro-. Su ejercicio se ha ampliado clínicamente, por una parte y se ha extendido mas allá de la práctica clínica por otra, hasta convertirse en una forma de pensar o en un enfoque de la experiencia humana característico de nuestra cultura.
En la historia de la medicina existe un hecho incontestable y reconocido como un bien para la humanidad por haber logrado calmar el dolor, preocupación principal de la medicina del siglo XIX: el descubrimiento de la anestesia. El anestésico local que revolucionó la cirugía y la medicina en general, es la substancia que se extrae de la hoja de coca: la cocaína.En la historia de la medicina existe un hecho incontestable y reconocido como un bien para la humanidad por haber logrado calmar el dolor, preocupación principal de la medicina del siglo XIX: el descubrimiento de la anestesia. El anestésico local que revolucionó la cirugía y la medicina en general, es la substancia que se extrae de la hoja de coca: la cocaína.
Pudo haber sido Freud quien descubriera la propiedad anestésica de la cocaína, sin embargo, y pese a que éste descubrimiento estuvo a su alcance, se le escapó de las manos. La celebridad que él tanto anhelaba le llegó al oftalmólogo y amigo suyo Koller, la parte del león se la llevo otro, comentó Freud que le había puesto sobre la pista de dicho uso de la sustancia.
Cosas del destino, pues lo que él no sabía es que su historia con la coca lo llevaría a algo muy diferente del trabajo científico que realizaba hasta entonces como neurólogo. No había ni soñado con el psicoanálisis, menos aún que su experiencia con la cocaína seria un sueño que terminaría en pesadilla.
1882
En 1882, Freud trabaja en el Instituto de fisiología bajo la dirección de su maestro Brucke a quien respetaba y admiraba enormemente. Siguiendo el consejo de su maestro, Freud abandona el laboratorio de fisiología y su vocación por la investigación científica, a fin de mejorar su lamentable situación económica. Por otra parte, Freud está enamorado e impaciente por acortar la espera y la distancia que lo separa de su novia: Martha Bernays. Es a Martha a quien confiará las primeras experiencias y anhelos que el padre del psicoanálisis alimenta respecto a la planta, la substancia. Le cuenta que está investigando sobre todo lo que se ha escrito sobre el tema y espera vencer rápidamente el atraso de Europa con respecto a las bondades en la medicina ya bien conocidas en América. Estoy tratando de conseguir una cantidad, escribe a Martha; un alemán la ha empleado para sus soldados y ha informado que, en efecto, aumenta la energía y la capacidad para la resistencia, la ensayaré en los casos de enfermedad cardiaca y en los de agotamiento nervioso...Quizá no salga nada de esto. Pero haré un intento y desde luego ya sabes que cuando se persevera, tarde o temprano se triunfa. No necesitamos más que un éxito de éstos para estar en condiciones de pensar en poner nuestra casa. Pero no des por asegurado que el éxito llegará en ésta ocasión. Dos cualidades debe tener el temperamento del investigador, ¿sabes? Debe ser temerario en el intento, pero debe tener sentido crítico en su trabajo..
El primer obstáculo
El primer obstáculo resultó ser el precio de la cocaína que había pedido al laboratorio Merck: en lugar de costar 33 kreutzer (6 peniques) el gramo, se encontró con gran tristeza con que costaba 3 florines 33 kreutzer (5 chelines y medio). Encargó un gramo, con la esperanza de poder pagarlo algún día.
El 30 de abril de 1884, Freud ensaya por la primera vez una solución de 0,05 gramos de cloruro diluida en una solución acuosa al 1%… Comprobó que su mal humor se había convertido en alegría, que no era más necesario atormentarse por nada, sin disminuir en absoluto la energía para el trabajo. Le produjo la sensación de haber comido bien, lo que le lleva a deducir que actuando como anestésico gástrico, la substancia podría ser útil para cohibir los vómitos de cualquier origen.
Aplica el tratamiento en diferentes casos de dolencias gástricas, estados depresivos (y todo tipo de “disturbios” que martirizan al ser humano), con el más brillante de los éxitos. Es apenas ahora que me siento médico (¡ ?), confiesa a Martha y le envía una cierta cantidad para hacerla fuerte y dar un color rosado a sus mejillas. La ofrecía insistentemente a sus amigos y colegas, tanto para ellos como para sus pacientes y se la dio a sus hermanas…
El hecho es que, quien saca beneficio del uso de la substancia mágica, es el neurólogo y científico que sufría de depresión, fatiga y apatía, reacciones neuróticas exacerbadas por el “estado amoroso-doloroso”, debido a la separación y las largas privaciones y dificultades que tuvo que soportar antes de finalmente establecerse en Viena con su amada prometida.
La depresión, como toda otra manifestación neurótica, disminuye la sensación de energía y virilidad: la cocaína la restaura, escribe Jones, biógrafo de Freud. Si alguna duda quedara, ésta se disipara con el pasaje de la carta que él envía a Martha, cuando se entera que tenia mal aspecto y había perdido el apetito:
¡Ay de ti, princesa, cuando yo llegue! Te besaré hasta ponerte toda colorada y te voy a alimentar hasta que te pongas bien gordita. Y si te muestras díscola, verás quién es más fuerte, si una gentil niñita que no come bastante o un salvaje hombrón que tiene cocaína en el cuerpo.
El psicoanálisis
Momento crucial en la vida de Freud en el que la planta divina, la substancia mágica, según los términos que él emplea, viene a ocupar un lugar central en todas las actividades de su vida; de hombre, de investigador, de médico. La coca es el mediador por excelencia. Con ella inaugura una modalidad original: la de ser un observador-observado; la experiencia personal como materia prima de investigación.
Me arriesgo a pensar que con otro tipo de substancia, la experiencia no le habría llevado hacia el descubrimiento del psicoanálisis y comparto con Emilio Rodrigué, el hecho de que muchos psicoanalistas y sobre todo los espíritus conservadores repudian la idea “de un padre cocainómano”.
Por suerte contamos con no pocos estudiosos de la vida y obra de Freud que nos brindan una lectura sin prejuicios, ni idealizaciones ni dogmas de la extraordinaria saga freudiana. Es en realidad la mejor manera de contribuir a un conocimiento amplio y enriquecedor de su obra. Así para S. Bemfeld, esta experiencia es considerada como una “transgresión creativa”. Los trabajos realizados hasta entonces bajo la dirección de sus maestros responden al positivismo doctrinario de entonces. Con la cocaína, Freud por primera vez intenta su propio camino. Nadie patrocina sus trabajos, avanza solo y finalmente ése será el método que tuvo que seguir durante mucho tiempo.
Para D. Anzieu, se trata de un “fracaso fecundo” de Freud para el descubrimiento del psicoanálisis. Es la señal que indica el fracaso de todas las drogas y el difícil y necesario trabajo que Freud debe realizar, para él y sus pacientes a fin de desarmar el montaje psíquico inconsciente.
Über Coca
El primer escrito de Freud “Über Coca”o “Sobre la coca” es otra muestra de la bifurcación que se opera en su vida profesional. Este ensayo, considerado como lo mejor que se haya publicado sobre el tema (R. Byck) está escrito en el mejor estilo de Freud, con su brillo característico, su simplicidad y su distinción. Hay además un tono que nunca volvió a repetirse en los escritos de Freud,(¡?) una notable combinación de objetividad y de calor personal. Curiosamente este texto hace pensar a otro: “La interpretación de los sueños”. Un componente subversivo se filtra de los dos textos, escribe Rodrigué, para quien el riesgo del compromiso autobiográfico es el mismo.
Über coca, parece inspirarse de la literatura germana romántica alejándose del estilo sobrio científico de los ensayos sobre el cerebro o los testículos del cangrejo. Es más, Freud comienza el ensayo con una larga exposición sobre la historia y la botánica, enumerando incluso los diversos métodos de preparación de la hoja de coca. Se refiere al relato de la leyenda según el cual Manco Capac, elegido del rey Sol, habría hecho un don de los dioses para satisfacer al hambriento, fortalecer al fatigado y hacer olvidar sus penas al desdichado.
El elegido
Freud, desde niño se vio como conquistador. Quería ser militar u hombre de Estado, pero el poder estaba negado a los judíos del Imperio Austrohúngaro. Ser un elegido de la Naturaleza fue una ambición, un deseo acariciado con ardor, finalmente esos sueños infantiles se transforman en un deseo imperioso por el saber. Lo que quiere es consagrarse a ese enigma de la civilización: cómo el hombre llega a ser lo que es.
La Naturaleza (la Pacha Mama?) madre narcisista y todo poderosa, da el don del genio a sus elegidos para que puedan penetrar las claves mágicas de los secretos, a los poetas la luz instantánea del saber. A los demás, el arduo trabajo y la resignación. Con Manco Capac (como ideal?), Freud repite e insiste sobre las cualidades de la coca que no son para él distintas de las que menciona el don legendario de los dioses para el pueblo elegido. Narra una serie de auto-observaciones en las que pudo estudiar su efecto sobre el hambre, el sueño y la fatiga. Se puede percibir un aumento del auto control y una mayor vitalidad y capacidad para el trabajo. Usted se siente feliz… La alegría no difiere en nada de la euforia normal de una persona sana…Se llega a este resultado sin ninguno de los desagradables efectos que siguen a la alegría producida por el alcohol…
Suficientes indicaciones que nos llevan a deducir que, para Freud, son los efectos estimulantes de la planta divina, la substancia mágica que le intrigan y seducen. Se puede decir que la auto-prescripción no está alejada de la práctica ritual, que parece compartir con sus hermanos andinos. Como ellos, la necesita para aumentar su capacidad de trabajo, para curar todo tipo de molestias que podrían afectar su capacidad física e intelectual y sobre todo para sentirse fuerte, inteligente y viril: un hombre tal cual quiere ser o el ideal de sí mismo. Se refiere a la coca con similar cariño y respeto, y como ellos, agradece a la Pacha Mama por ésta extraordinaria vitamina del alma. Utilizarla con moderación, no solo es saludable sino también benéfico.
¿Qué haríamos sin nuestra coquita? ¡No podríamos vivir! Declaración sencilla y contundente, para indicar que el uso de la coca no se limita al de una simple planta medicinal. La presencia de la coca como factor esencial de la relación del hombre con la naturaleza, las divinidades y sus semejantes desde su nacimiento hasta la muerte, hace de ella la mediadora por excelencia de las relaciones humanas, el objeto transferencial sin el cual el respeto, la amistad, la acogida y el conocimiento -de sí mismo y del otro- carecerían del significado humano.
Algo más
Así, la historia de Freud con la coca fue algo más que un simple episodio, le acarreó disgustos y penas por haberla defendido y recomendado para curar a su colega y brillante amigo (morfinómano) el doctor Fleisch, que murió de una sobre dosis de cocaína. Se le acusó de haber tratado de popularizar lo que fue llamado “el tercer azote de la humanidad” por A. Erlemneyer (despues del alcohol y la morfina: la cocaína) y con el mismo ímpetu se olvidaron sus aportes pioneros a la farmacología moderna, a la clínica y tratamiento de las adicciones que podemos leer en sus estudios. No es usual confesar errores y equivocaciones, menos aun demostrar y prevenir como ocurre con los textos de Freud, cuando éstos no se los asimila como escritos infalibles, dogmas rígidos que hicieran parte de los “ismos” más populares del siglo XX.
A partir de esta historia (de la coca) seguirá escandalizando, provocando repudio y críticas que le llegan de todos los campos. Sus escritos son quemados por los nazis, (cuando se entera se alegra del progreso de la humanidad, ¡lo hubieran quemado a él en la edad media! Ironiza), los marxistas le acusan de “idealista y burgués”, la(s) iglesia(s) de inmoral. Se dice que consumió tanta cocaína que le provoco un cáncer de la nariz o que dijo tantas cosas “sucias” que murió de un cáncer en la lengua…
Freud no fue un profeta del irracionalismo, escribe I. Reguera, sus teorías pueden ser interpretadas como semántica profunda de la racionalidad y a él mismo como un autocrítico que permaneció fiel al -“Dios Logos”- . Se le puede acusar o reconocer (según) sobre todo de haber iluminado fuerzas oscuras que limitan los poderes de la razón. Mediante él liberó al siglo XX de la opresión y la hipocresía victorianas, puso al descubierto los efectos patológicos de la represión sexual, la sexualidad infantil, los aspectos oscuros de un yo considerado puro, señor de sí mismo y del mundo. Inventó un utillaje más o menos controlable científicamente para un viaje al interior, hasta entonces nada más que una veleidosa aventura metafísica o romántica. Enseñó que los síntomas neuróticos son representaciones de conflictos emocionales inconscientes e ideó métodos clínicos por los que los factores ocultos en la etiología de la enfermedad pueden salir a la luz. La comprensión de la cultura, del arte y de la religión es algo más que diferente, después de él. Por lo demás Freud se contentaba con poco: con hacer pasar al paciente de “una infelicidad patológica” a una infelicidad normal. Con su familiar humor irónico habría dicho que: la razón no es más que una lucecita, añadiendo ¡pero maldito el que la apague!