Por Eduard Casas Bertet. Presidente de la asociación GASS

Antes de empezar el artículo quiero expresar que el mismo ha sido rechazado por personas del mundo académico y también vinculado a las drogas y su tratamiento. No las nombraré, pero cabe decir que justamente mi experiencia en los ámbitos espirituales, de las drogas y su abordaje en el universo tradicional me llevan a intuir que tales resistencias silenciadoras esconden tres prejuicios fundamentales:

  • El primero sería el de estatus del paradigma vigente. Es difícil moverse de la posición del cientifismo racionalista empírico, ya que eso puede desacreditar académicamente a quien lo secunde.
  • El segundo es el etnocentrismo clasista. Tiene que ver con el primero, pero se basa en una supremacía occidental ante los pueblos “atrasados” del mundo. Los cuales son experienciales en su práctica vital. Describen realidades diferentes a las materiales como veraces. Para ellos el mundo invisible, con sus elementos, escenarios y pobladores son una realidad. Para occidente solo superstición, símbolo o mito.
  • El tercero nos apela al cisma del siglo XVII entre la ciencia y la espiritualidad. Donde los asuntos anímicos o de fe fueron menospreciados y refutados por una eminente y petulante ciencia. Hoy en día, cuando la vanguardia de las ciencias trazan puentes con la espiritualidad, luchan contra el aplastante peso del materialismo cartesiano.

Decadencia

A la vez, el no desarrollo de la vida espiritual está llevando a una sustitución mediante la newage, donde prácticas peregrinas como el reiki, el coaching (inspirado en terapias de la psicología humanista combinadas con técnicas espirituales asiáticas descontextualizadas), el consumo de drogas y otras por el estilo, llevan a las personas por una suerte de peligroso camino carente de raíces.

No contemplar la dimensión espiritual está llevando a una decadencia civilizatoria que se concreta en un depotismo destructivo en todos los ámbitos, desde la medicina hasta las cuestiones más cotidianas. Perder de vista el mundo invisible e inmaterial, cultivado ricamente por la historia de la humanidad nos empobrece soberanamente. Además nos aleja del misterio de la creación y del viaje espiritual al que todos estamos llamados.

Declinar el estudio de la conexión del consumo de drogas con la dimensión espiritual es una carencia que sufren los adictos y sus familias. Esa conexión es profundamente conocida en los pueblos y culturas tradicionales de todo el mundo. De hecho es el meollo de la cuestión que intenté explicar en otro artículo: Un paradigma inquietante[1].

Ganja

Como ejemplo describiré el caso de la marihuana, oriunda de la India. Allí se restringe su uso a los shadus o babas, una especie de santones o monjes provenientes del hinduismo. Ellos fuman la ganja, nombre en indi de la marihuana. Cuando les preguntas qué les aporta su consumo, suelen apelar a que es una planta sagrada que les facilita la contemplación.

¿La contemplación de qué? Pues de la obra del creador Shiva. Más su uso está dentro de un contexto de votos y disciplinas: eterna peregrinación descalzos entre ciudades sagradas , no cortarse el cabello, restricciones alimentarias, renuncia a la posesión (excepto una sábana, un vaso, un plato y el shilum o pipa de ganja), rezos védicos, ofrendas, duros ejercicios de yoga, ayunos, castidad, etc.

La función de contemplación es practicada por todas las tradiciones espirituales, pero si se utiliza una planta sagrada como sacramento, en un contexto de disciplina religiosa, con una iniciación a ella, el resultado es una conexión con el mundo espiritual mediatizada por un ritual.

Por nuestros lares, el uso indiscriminado del cánnabis lleva a jóvenes a perderse durante años en una especie de dispersión mental. A la vez, en el marco espiritual divagan a la deriva en un océano de ignorancia expuestos a los peligros que entraña esa dimensión.

De todas formas, como los jóvenes occidentales viven en un mundo materialista y desacralizado, de alguna manera llenan ese déficit con una planta sagrada. Eso sí, dando tumbos sin apenas concretar ningún camino, al margen de cacarear el derecho a colocarse sin más. Lo cual deviene en una profanación de la planta y de su integridad. Así mismo pasó con la coca andina, el tabaco y muchas otras substancias.

El mito de la libertad sin límites o del libre albedrío no asume que una libertad sin límites es una esclavitud a ella. O como decía Antonio Escohotado, es de ser tonto. Una libertad sin responsabilidad es fraude. La libertad apela al mayor grado de responsabilidad.

El límite en el uso de las plantas sagradas lo marca el ritual que, como asevera el Dr. Jacques Mabit[2], es tecnología espiritual revelada, lo cual significa no inventada. Asumida de una forma lenta, sacrificada y monástica.

¿Pero quién revela ese ritual? Pues seres que habitan en la dimensión espiritual. Pero allí, según todas las tradiciones, hay diferentes rangos, tanto en positivo como en negativo. Discernir eso no es tan sencillo.

Aunque se niegue la dimensión espiritual está ahí, queramos o no y su influencia es muchísimo más importante de lo que reconocemos, pero al ignorarla, devenimos presa fácil de lo malo que allí habita.

A riesgo de ser enviado al ostracismo laboral y social apunto lo siguiente:

Takiwasi

En 2015 tuve la certeza de ver espíritus entre la dimensión material y la espiritual. Entiendo que este inicio puede desacreditarme, generar sorpresa – o suspicacias- y tener muchos detractores, pero a pesar de que parezca absurdo y acientífico, es necesario que uno sea honesto a cómo interpreta –veraz o erróneamente – la experiencia vivida.

Fue en la alta selva amazónica peruana, en Tarapoto, dentro de la región de San Martín. Estaba dietando plantas en el centro Takiwasi[3], era noche oscura con luna llena y llevaba varios días en la dura disciplina de aislamiento[4]. Entonces bebí un preparado licuado, denso y verde de la planta de la coca. Estaba aturdido, en un estado de conciencia modificado, y empezaron a aparecer imágenes transparentes que veía a través de la mosquitera del Tambo[5].

Se manifestaban animales grandes, como un jaguar impresionante y tranquilo deambulando a pocos metros de la cabaña. Entonces, empezaron a aproximarse unas figuras con forma humana, tenían capucha, como monjes. No estaba nervioso ni inquieto, pero al tenerlos cerca les pregunté qué querían. Una voz dijo “sólo ver” y retrocedieron hacia la oscuridad de la selva. Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad ordinaria y material. ¿Alucinaciones? ¿Cosas irreales de la mente condicionada por el brebaje? ¿Ficción, locura, realidad,…?

¿La sagrada planta de la coca había facilitado una conexión interdimensional? De hecho, las plantas “sagradas” han tenido siempre esta función en todas las culturas[6]. Eso quedó allí, ya no volvió a suceder y no saqué más información. Sólo la sospecha de que de algún modo confirmaba lo que vienen diciendo las comunidades tradicionales de todo el mundo: existe una dimensión espiritual habitada por seres inmateriales que pueden comunicarse.

Freud

Hace pocos días vi en Netflix una magnífica serie austríaca novelada llamada Freud. En ella pueden reconocerse algunos de los conceptos de sus aportaciones, como una nueva perspectiva de la mente: la existencia del inconsciente. Freud era consumidor de cocaína, básicamente por vía oral cuando la solución era líquida[7]. A su vez, fumaba mucho tabaco, otra planta sagrada de los andes y de la Amazonía, que también funciona como conector entre dimensiones según cuánto y cómo se ingiera. ¿Cocaína bebida? ¿No se parecería a lo que experimenté en Takiwasi?

Freud aportó un salto cuántico a la medicina: la existencia de enfermedades mentales sin daño orgánico. Esto le produjo muchos detractores que le consideraban un charlatán o aún peor, un místico. Al fin, cuestionó el paradigma médico, en un contexto materialista, racionalista y negacionista de la verdad que pudiera haber en cualquier religión o tradición espiritual. Sin embargo, él pertenecía a una familia judía y supongo que esto le creaba cierta disonancia cognitiva entre su profesión y la tradición espiritual familiar. ¿Creía en Dios Freud? No era una época para afirmar creencia alguna de fe en aquellos inflexibles círculos científicos empíricos.

Me pregunté si todos esos estados y descubrimientos que describió y racionalizó eran producto de su experiencia con las sustancias que tomaba. Eso sí, combinado con una de las mentes más privilegiadas de la época. Al fin, si toda esa información tan valiosa la había sacado de fenomenología espiritual. En este caso, seguro que había tenido que traducirla al racionalismo puro para no ser encerrado en el mismo psiquiátrico del Hospital General de Viena donde trabajaba.

Carl Jung

De hecho, el Dr. Carl Jung[8], uno de sus discípulos más aventajados, en su libro rojo, que sólo se publicó postmortem por su indicación[9], reconocía que un par de espíritus le había guiado en su vida, obra y praxis médica. Uno de ellos llamado padre Philomeno. No podía publicarlo en vida porque probablemente tal escandalosa afirmación le hubiera condenado en el mejor de los casos a perder la licencia médica. El mundo occidental no estaba – ni posiblemente hoy esté- muy preparado para asimilar este tipo de aseveraciones.

Es chocante como los defensores de Jung suelen considerarse muy científicos y desprecian la espiritualidad, entendida también como la comunidad de espíritus.

Por último, no disponemos de herramientas científicas para estudiar la fenomenología espiritual, ya que no responde a leyes físicas cartesianas, pero arqueológicamente sí sabemos que nos ha acompañado en la historia de la humanidad. De todos modos, ¿hay estados de la mente que pueden facilitar la percepción de otras realidades?

Conciencia de la realidad

Paralelamente, el dr. Stanley Krippner[10]llegó a describir 21 estados modificados de conciencia (EMC) que pueden aportar informaciones diversas al pensamiento. Por ejemplo, el estado del sueño es uno de ellos y en todas las culturas ha habido interpretadores/as de sueños. Incluso en la ciencia, gracias a Freud y su psicología analítica[11], los sueños son considerados una clave importante para curar enfermedades.

Pero, ¿estos estados son realidad? El dr. Albert Hoffman[12], en 1938 fue el primero que sintetizó el LSD en los laboratorios Sandoz de Suiza. Una substancia que altera severamente la percepción, aportando otra perspectiva a la mente. Él afirmó que la realidad no es sólo una perspectiva -la ordinaria-, sino la suma de todas las perspectivas. Ahora bien, ¿cómo interpretarlas? Esto es harina de otro costal.

Ringtheater de Viena

Lo que hace sospechar de la absurda hipótesis herética de que Freud extrajo información de fenomenología espiritual fue, aparte de lo que tomaba, dónde vivía. Resulta que en 1881 se quemó el Ringtheater de Viena. Murieron calcinadas unas mil personas según algunas fuentes. La serie de Netflix sostiene que fue un atentado de disidentes húngaros con el objetivo de acabar con la vida del emperador Franz José I de Austria, que afortunadamente no acudió ese día.

El emperador, en un arrebato compasivo, hizo construir un bloque de apartamentos de alquiler social sobre los escombros del teatro y dar los beneficios obtenidos de las rentas a obras de caridad. Nadie quería vivir allí, pero Freud, con graves dificultades económicas y quizás porque no creía que deambulasen por allí los espíritus de los difuntos del teatro, fue uno de los primeros inquilinos. Es decir, es como construir una casa sobre un cementerio.

En la primera guerra mundial los apartamentos fueron destruidos y ahora existe una comisaría con un monumento en memoria de los difuntos del teatro.

La humanidad por lo general siempre ha sido cauta en el tema de la muerte, ya que se considera que el alma debe ser venerada y respetada en su reposo eterno. De hecho, hay mucho cuidado en no ofender la memoria de los difuntos. Además, los vivos deben estar en unos espacios y los muertos en otros, de ahí la creación de los cementerios.

En resumen, consumir ciertas sustancias que modifican el estado de conciencia, en un contexto espiritual, ¿podría facilitar la conexión con la dimensión espiritual? ¿Experimentó Sigismund Scholomo Freud una fenomenología espiritual? ¿Le inspiró en su pensamiento y su obra? ¿Es el inconsciente colectivo y personal una racionalización secreta de la espiritualidad de Jung y Freud respectivamente? Ésta es la absurda hipótesis herética que me vino a la mente.


[1] https://www.lasdrogas.info/opiniones/un-paradigma-inquietante/

[2] Fundador del centro Takiwasi, Perú.

[3]Https://takiwasi.com

[4]La dieta es un procedimiento de la medicina tradicional amazónica por la que retiran a una persona durante un tiempo de cualquier contacto con otras personas, con una alimentación sin sal, sabores, ni olores. Se suelen dar plantas primarias y secundarias escogidas por los curanderos a fin de mejorar algún aspecto de la salud de la persona. Se trata de una técnica que ha perdurado por miles de años.

[5]Cabaña tradicional utilizada por diversas comunidades amazónicas

[6]Plantas de los dioses. Albert Hoffman y Richard Shultes

[7]Freud publicó Über Coca, un tratado favorable sobre los efectos de la cocaína en diversas terapias.

[8]Psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo. (1875-1961)

[9]El libro manuscrito estuvo acaudalado en el Banco de Suiza por sus herederos. Sólo en 2001 lo sacaron a la luz y se publicó en 2009.

[10]Psicólogo graduado en la Universidad de Winsconsin en 1954

[11]La interpretación de los sueños. Noviembre de 1889. Autor: Sigmund Freud

[12]Químico e intelectual suizo 1906-2008

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